“Este país de exilio es tan duro y solitario... sus habitantes (o, como podríamos denominarnos más acertadamente los que estamos en nuestra undécima década, los sobrevivientes) somos tan escasos, y estámos tan maltrechos, y somos tan poco confiables en lo referido a la cronología reciente, y tan ajenos a las ideas de grandeza de ustedes, que de hecho tendemos a conformar una mentalidad totalmente aparte, y por lógica deberíamos tener una bandera propia”.
“Virilidad”, Cynthia Ozick, Ed-Bajo la luna, 2008.
Albert Hofmann tenía 101 años cuando lo conocí aunque conocer no sería el verbo apropiado. Apenas pase dos horas con él. Estaba pulcramente vestido con un pantalon de vestir gris, una corbata morada sobre camisa blanca y un pulover verde. Caminaba y se movía con sorprendente soltura para un hombre de su longevidad y apenas en sus ojos, humedos y apagados, podía notarse la verdadera huella del tiempo.
Nuestro contacto se había inciado un año antes. Tres conversaciones telefónicas en las que el tono del intercambio había sido absolutamente práctico. En la primera se negó a nuestro pedido de entrevista pero gestiones oficiosas de amigos en común revirtieron su decisión. La segunda vez tuvimos que posponer nuestro viaje por una neumonía que lo atacó algunos días antes. Un mes más tarde se había repuesto y formalizamos día y hora del encuentro en una brevísima conversación. Nos veríamos en Rittimate, Suiza, el 14 de enero de 2007 a las 10 hs. Recuerdo que cuando colgué el tubo, desde Buenos Aires, cualquier chance de que finalmente eso ocurriera me resultaba totalmente inverosimil y la sensación se mantuvo hasta que llegue esa mañana lluviosa a la puerta de su casa con vista al bosque, también de su propiedad, por dónde pasaba la línea de frontera entre Suiza y Francia. Él mismo nos abrió la puerta.
La entrevista transcurrió fluidamente . El Dr. Peter Gasser, un psiquiatra e investigador que estaba a punto de iniciar un estudio sobre el uso del LSD en el tratamiento de pacientes con trastornos por estrés post traumático, el primer trabajo de este tipo autorizado tras 40 años de prohibición, ofició de interprete del Suizo Alemán al Ingles.
Murió un año después, el 29 de abril de 2008. El obituario que algunos días después de su funeral recibí por mail decía:
“The legendary Swiss chemist and renowned mystic philosopher Dr. Albert Hofmann--who ushered in the Psychedelic Age with his historic discovery of LSD, and his isolation of psilocybin as the active compound in sacred mushrooms--died of a heart attack on the morning of April 29th at his glass-walled home in the mountains near Basel, Switzerland. He was 102 years old and was fully lucid until he died”
La entrevista fue del todo insuficiente para completar un recorrido que abarcara el largo derrotero de su vida, ligado indisolublemente al descubrimiento que lo convirtió en una celebridad mundial. En una entrevista anterior con un canal de televisión frances, Hofmann había dicho que volvío a experimentar con el LSD a los 97 años para investigar sobre su utilidad en el tratamiento de la depresión.
La charla giró en torno a la experiencia mística y las "drogas sagradas", especificamente el LSD y la psilocibina. El asunto central del apogeo y la caída del LSD, de su expansión desde el swinging San Fransisco al mundo, de su estudio en miles de investigaciónes en ambitos académicos, militares y de inteligencia, para su prohibición posterior, es, en definitiva, la capacidad de la sustancia de inducir a una experiencia completa de lo divino.
El documental en el que incluiriamos sus palabras y su imágen quedó inconcluso por razones que hoy no tienen mayor importancia y la entrevista nunca fue publicada.
Transcribo a continuación una parte.
Entrevistador: ¿Cualés son los recuerdos que vienen a su mente con mayor frecuencia sobre su relación con el LSD?
Hofmann: Por supuesto, el descubrimiento. Me sorprendió que se pareciera demasiado a estas experiencias que tuve cuando era niño y que ahora, una vez más, pudiera tenerlas como adulto. La experiencia de totalidad me sorprendió. Que había logrado producir en el laboratorio algo que podía evocar dentro de mí experiencias que viví de niño, que eso puede ser despertado de nuevo. Mi libro “My problema child” no comienza con una experiencia sobre el LSD, si no con una experiencia que tuve cuando era niño. Una experiencia mística maravillosa mientras caminaba solo en el bosque.
E: ¿Por qué cree que le tocó a usted hacer este descubrimiento y de que modo cambió su vida?
H: Esta pregunta me la hago a menudo. ¿Por qué lo hice? Sobre todo me sorprende haberme convertido en químico. Todos mis profesores me decían siempre que lo último que hubieran esperado es que me convirtiera en químico. Pensaban que tenía talento artístico, que estudiaría literatura. Se sorprendieron mucho de que me convirtiera en químico, con todo mi talento artístico. Pero yo había visto que, en realidad, el mundo material no es otra cosa que la manifestación del mundo espiritual. Y eso estaba en mi subconsciente cuando elegí estudiar química. ¿Cuál es el mundo material? Es una expresión, es una manifestación del mundo espiritual. Sin mundo material, no habría mundo espiritual.
E- En su libro “Inner world outer world” usted dice que cada hombre es el creador de su propio mundo. ¿Cómo es el mundo que usted se creo?
H- Cada quién ve el mundo desde su perspectiva. Yo tengo una relación muy íntima y profunda con la naturaleza. Me siento parte de la naturaleza. Eso es la clave para mí. Cuanto mayor me hago, más siento que pertenezco a la naturaleza, al universo.
E- ¿Como entiende usted lo divino?
H- Yo descubro la existencia de Dios en su creación. Dios se dirige a su criatura a través de su creación. Esa creación es su lenguaje. Hay que ser profundamente concientes de esto. Somos humanos por que tenemos conciencia y a través de ella estamos conectados a Dios. El don divino es que tenemos una conciencia. A través de ella estamos conectados al mundo espiritual y ese mundo espiritual, la creación, es el lenguaje de Dios.
E: ¿Se convirtió el LSD en un problema en algún momento de su vida?
H: No en mi vida personal. Sin embargo mi jefe del laboratorio, Albert Stoll, me dijo que hubiera preferido que nunca descubriera el LSD. A la compañía no la hacía feliz. No podían ganar dinero, no era un producto de venta. Intentamos introducirlo como medicamento en psiquiatría pero no funcionó. Fue ahí cuando me dijeron que hubiera sido mejor si nunca lo hubiera inventado. La empresa nunca reconoció lo que yo hice para ellos. Todavía hay tres sustancias que la empresa comercializa, que las descubrí yo y nunca he obtenido ningún premio especial por eso.
E: ¿Que espera que ocurra en el futuro con el LSD y la psilocibina?
H: Espero que de alguna manera se encuentre un marco apropiado donde estas sustancias se pueden utilizar de manera razonable. Todavía no tenemos un espacio sagrado, pero me lo puedo imaginar. Sería una especie de sanatorio o algo así. Una combinación entre un hotel y un hospital. Una institución especial. Quizás una mezcla entre una iglesia y un hotel. Dónde se pueda probar el LSD oficialmente. Que uno vaya allí a esta “clínica” y pueda tener esta experiencia, bajo control.
Me imagino que esa podría ser la próxima fase de uso fuera de los estudios puramente médicos. Primero, el paso anterior sería tratar de incorporarlo en el uso clínico. Sobre todo, en primer lugar con pacientes con graves enfermedades, eso sería algo muy importante. Y después en la eutanasia, eso sería lo siguiente.
Luego se podría ampliar un poco más. Se podría utilizar en algunos lugares bien situados, una mezcla de spa e iglesia. Que surjan instituciones donde uno puede tener la experiencia en un bello entorno. Bajo alguna forma de control. Y tal vez que se pudiera encontrar nuevamente alguna manera en una especie de aplicación religiosa.
5 comentarios:
"One enchantment of that kind, which I experienced in childhood, has remained remarkably vivid in my memory ever since. It happened on a May morning - I have forgotten the year - but I can still point to the exact spot where it occurred, on a forest path on Martinsberg above Baden, Switzerland. As I strolled through the freshly greened woods filled with bird song and lit up by the morning sun, all at once everything appeared in an uncommonly clear light. Was this something I had simply failed to notice before? Was I suddenly discovering the spring forest as it actually looked? It shone with the most beautiful radiance, speaking to the heart, as though it wanted to encompass me in its majesty. I was filled with an indescribable sensation of joy, oneness, and blissful security.
I have no idea how long I stood there spellbound. But I recall the anxious concern I felt as the radiance slowly dissolved and I hiked on: how could a vision that was so real and convincing, so directly and deeply felt - how could it end so soon? And how could I tell anyone about it, as my overflowing joy compelled me to do, since I knew there were no words to describe what I had seen? It seemed strange that I, as a child, had seen something so marvelous, something that adults obviously did not perceive - for I had never heard them mention it.
While still a child, I experienced several more of these deeply euphoric moments on my rambles through forest and meadow. It was these experiences that shaped the main outlines of my world view and convinced me of the existence of a miraculous, powerful, unfathomable reality that was hidden from everyday sight.
I was often troubled in those days, wondering if I would ever, as an adult, be able to communicate these experiences; whether I would have the chance to depict my visions in poetry or paintings. But knowing that I was not cut out to be a poet or artist, I assumed I would have to keep these experiences to myself, important as they were to me.
Unexpectedly - though scarcely by chance - much later, in middle age, a link was established between my profession and these visionary experiences from childhood".
En el prologo de My Problem Child, Albert Hofmann, 1979.
Qué genial lo que vivió esa mañana en el bosque y cómo lo recuerda.
Y que esa visión y experienca que siguieron dentro de él las haya podido transmitir a través de su descubrimiento.
Si, vaya a saber como realmente fue. Su libro mi problem child puede encontrarse en el siguiente link:
http://www.psychedelic-library.org/child.htm
CREO QUE EL SPA-IGLESIA DONDE "EN UN BELLO ENTORNO" UNO SE PONE DE LSD ES EL MEJOR NEGOCIO QUE ESCUCHE ULTIMAMENTE.
LA NOTA ES HERMOSA.
Picun aka el rober, bertold para mi. Viniendo de usted es todo un elogio. El SPA para la gente que quiere probar la poción de Hofmann, tengo entendido, existe en versiones un poco menos ortodoxas. Burning Man es un ejemplo. En el desierto de Nevada, si no me equivoco, un grupo de almas libres se encuentra para quemarse el craneo, principalmente.
Yo aún le guardo mucho respeto a la sustancia de Albert. Se me ocurre que si pruebo la vera cosa voy a tener que encontrarme conmigo y no estoy seguro de que eso sea muy conveniente por el momento. Je.
Gracias.
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