miércoles, septiembre 29, 2010

Fotos

martes, septiembre 28, 2010

El soberbio, un modesto pueblo misionero


                                     Más fotos de El soberbio en el flickr de Ana Armendariz.

domingo, septiembre 26, 2010

Álbum

Un retrato de su hogar


Yo, que ignoro todo lo que es Apichatpong Weerasethakul, pude ver un increíble corto suyo, dirigido, editado y filmado por él, gracias a Julián quién, a su vez, decubrió este material a través del blog de su amigo Cameron, http://www.workingtowards.com/.

Son casi once minutos del prestigioso realizador tailandés que además me permitieron conocer el sitio que lo presenta, APEngine, dónde también hay un fragmento de otro corto suyo: "A letter to uncle Boonme".

Se llama "Phantoms of Nabua" y es del 2009.
http://www.animateprojects.org/films/by_date/2009/phantoms

sábado, septiembre 25, 2010

Inmortalizar a los muertos

"Las primeras personas reproducidas penetraron íntegras, o mejor dicho, sin que se las identificase, en el campo visual de la fotografía. Los periódicos eran todavía objetos de lujo que rara vez se compraban y que más bien se hojeaban en los cafés; tampoco había llegado el procedimiento fotográfico a ser su instrumento; y eran los menos quienes veían sus nombres impresos. El rostro humano tenía a su alrededor un silencio en el que reposaba la vista. En una palabra: todas las posibilidades de este arte del retrato consisten en que el contacto entre actualidad y fotografía no ha aparecido todavía. Muchos de los retratos de Hill surgieron en el cementerio de los Greyfriars de Edimburgo —y nada es más significativo para aquella época temprana como que los modelos se sintiesen allí como en su casa. Y verdaderamente este cementerio es, según una fotografía que hizo de él Hill, como un interior, un espacio retirado, cercado, en el que del césped, apoyándose en muros cortafuegos, emergen los monumentos funerarios que, huecos como las chimeneas, muestran dentro inscripciones en lugar de lenguas llameantes. Este lugar jamás hubiese podido alcanzar eficacia tan grande si su elección no se fundamentase técnicamente".
Walter Benjamin, en "Pequeña historia de la fotografía", incluído en Discursos Interrumpidos, Edit. Taurus.





Daguerrotipo. Ramón Lista, 13 de enero de 1855, 10x7,6 cms, media placa.  

                          
Una práctica oximorónica se apropia de la técnica fotográfica casi en su nacimiento -hacia 1840- y le quita el pan de la boca a los pintores que desde el renacimiento vivían de ella: inmortalizar a los muertos.

Los nobles y los acaudalados de la patria la adoptan inmediatamente. Los retratos de niños fallecidos de poca edad eran más frecuentes que los de adultos. Las placas de los mayores se tomaban en las casas mientras que a los niños se los llevaba al estudio del artista.

"En 1848 Helsby ofrecía a su clientela una imágen exacta de la persona querida, que después se puede copiar a la conveniencia en pincel, guardando asi las facciones y dándole el aspecto de la vida", cuenta Miguel Angel Cuarterolo en "Las primeras fotografías del país. Los años del Daguerrotipo", de Editorial de la Antorcha.

Un número considerable de los daguerrotipos y ambrotipos que aún se preservan en el país están en el archivo Estanislao Zeballos del complejo museográfico Enrique Udaondo en Luján. Son unas 130 piezas únicas,  donadas, en su mayoría, por Aurelio Pozzo en los años 20 del siglo XX, hijo de Antonio, uno de los fotógrafos más celebres del siglo XIX, especialmente por haber sido el fotógrafo de la "conquista del desierto".

Entre ellas, estas únicas dos imágenes post mortem pertenecientes a colecciones públicas, realizadas con las técnicas inciales de la fotografía. El daguerrotipo de Ramón Lista el día de su muerte y el ambrotipo de Victor Gauna sosteniendo a su hijo difunto. Mientras el daguerrotipo se realizaba sobre una placa de bronce, el ambrotipo se fijaba en vidrio y también diferían los procesos de captura y revelado en uno y otro caso. Generalmente se enmarcaban y sellaban y se conservaban joyas familiares. Estas dos obras fueron cedidas al museo por las familias de los retratados.   

Ambrotipo. Victor Gauna con su hijo difunto.
 Las imágenes de la colección del Museo de Luján fueron restauradas bajo la dirección de Luis Priamo con financiamiento de la Fundación Antorchas en 1993 y en 1995 se publicó el libro que contiene las imágenes conjuntas del Museo de Luján y el Museo Histórico de La Nación. "Los años del daguerrotipos. Primeras fotografías argentinas. 1843-1870". Editorial de la Antorcha.

martes, septiembre 21, 2010

miércoles, septiembre 15, 2010

El desconocimiento de lo de desconocido

Joseph Babinski

En su último ensayo para Opinator del New York Times digital, Errol Morris encuentra un nuevo abordaje para una serie de preguntas recurrentes en sus películas y ensayos anteriores. ¿Que procedimientos internos guían la toma de decisiones?¿Hasta que punto es posible conocer el espiritú y la mente humana? ¿Que podemos conocer si desconocemos lo desconocido?

Su relato se incia con un insólito caso policial ocurrido en Pittsburg en 1996. Mc Arthur Wheeler entra a robar un banco a plena luz del día, convencido, como le habían dicho unos amigos, que refregandose la cara con jugo de limón no sería detectado por las cámaras. Descubre el error unos días más tarde, cuando la policía lo identifica y lo detiene tras haberlo visto saludando en el video de segurdiad. En dependencias policiales Wheeler explica que había hecho una prueba con una Polaroid y no había aparecido en la imágen.

Este hecho da origen a una investigación de dos profesores de Cornell University, David Dunning y Justin Kruger, que en1999 publican en el Journal of Personality and Personal Psychology: "Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One's Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments" (una posible traducción sería: "incapaces e ignorantes de esa incapacidad: como las dificultades de reconocer la propia incompetencia llevan a una autoevaluación exagerada de uno mismo").

Allí presentan lo que los autores dan en llamar el efecto Dunning-Kruger, según el cual existe, aseguran, una tendencia cognitiva recurrente en la cual personas incapaces toman decisiones pobres y llegan a conclusiones desacertadas pero su incompetencia les niega la capacidad metacognitiva para darse cuenta de estos errores. Así, los incapaces sufren de una superioridad ilusoria, creyendose más capaces que el promedio y mucho más de lo que son, mientras los más capaces suelen menospreciar sus habilidades y sufren de una ilusoria inferioridad.

Morris recorre este estudio y dialoga con Dunnings que define el efecto que lleva su nombre como una anosognosia de la cotidianeidad.

El término Anosognosia (del griego: a prefijo privativo + nosos, enfermedad + gnosis, conocimiento: “desconocimiento de la enfremedad”) fue acuñado por Joseph Babinski (Paris, 1857-1932), un neurólogo formado con Charcot, contemporáneo a Freud y amigo de André Breton, para denominar una psicopatología que consiste en la negación de una patología neurológica. El paciente no admite que sufre un daño orgánico que lo limita

El caso sobre el que Babinski centra su hallazgo es el de una mujer que, aunque sufre una hemiplegia avanzada, actúa como si desconociera la existencia de la enfermedad y jamás alude a ella. Cuando el médico le pide que mueva su brazo derecho lo hace normalmente. En cambio, cuando le solicita que haga lo mismo con su brazo paralizado, la paciente simplemente ignora el pedido como si no lo hubiese oido o cambia de tema.

El ensayo en cinco entregas, publicadas entre el 20 y el 24 de junio del corriente, se puede leer en el siguiente link: 

 "The Anosognosic’s Dilemma: Something’s Wrong but You’ll Never Know What It Is" (El dilema del anosognosico: algo está mal pero nunca sabrás lo que es).

lunes, septiembre 13, 2010

Mi niño problemático

“Este país de exilio es tan duro y solitario... sus habitantes (o, como podríamos denominarnos más acertadamente los que estamos en nuestra undécima década, los sobrevivientes) somos tan escasos, y estámos tan maltrechos, y somos tan poco confiables en lo referido a la cronología reciente, y tan ajenos a las ideas de grandeza de ustedes, que de hecho tendemos a conformar una mentalidad totalmente aparte, y por lógica deberíamos tener una bandera propia”.
“Virilidad”, Cynthia Ozick, Ed-Bajo la luna, 2008.


Albert Hofmann tenía 101 años cuando lo conocí aunque conocer no sería el verbo apropiado. Apenas pase dos horas con él. Estaba pulcramente vestido con un pantalon de vestir gris, una corbata morada sobre camisa blanca y un pulover verde. Caminaba y se movía con sorprendente soltura para un hombre de su longevidad y apenas en sus ojos, humedos y apagados, podía notarse la verdadera huella del tiempo.

Nuestro contacto se había inciado un año antes. Tres conversaciones telefónicas en las que el tono del intercambio había sido absolutamente práctico. En la primera se negó a nuestro pedido de entrevista pero gestiones oficiosas de amigos en común revirtieron su decisión. La segunda vez tuvimos que posponer nuestro viaje por una neumonía que lo atacó algunos días antes. Un mes más tarde se había repuesto y formalizamos día y hora del encuentro en una brevísima conversación. Nos veríamos en Rittimate, Suiza, el 14 de enero de 2007 a las 10 hs. Recuerdo que cuando colgué el tubo, desde Buenos Aires, cualquier chance de que finalmente eso ocurriera me resultaba totalmente inverosimil y la sensación se mantuvo hasta que llegue esa mañana lluviosa a la puerta de su casa con vista al bosque, también de su propiedad, por dónde pasaba la línea de frontera entre Suiza y Francia. Él mismo nos abrió la puerta.

La entrevista transcurrió fluidamente . El Dr. Peter Gasser, un psiquiatra e investigador que estaba a punto de iniciar un estudio sobre el uso del LSD en el tratamiento de pacientes con trastornos por estrés post traumático, el primer trabajo de este tipo autorizado tras 40 años de prohibición, ofició de interprete del Suizo Alemán al Ingles.

Murió un año después, el 29 de abril de 2008. El obituario que algunos días después de su funeral recibí por mail decía:

“The legendary Swiss chemist and renowned mystic philosopher Dr. Albert Hofmann--who ushered in the Psychedelic Age with his historic discovery of LSD, and his isolation of psilocybin as the active compound in sacred mushrooms--died of a heart attack on the morning of April 29th at his glass-walled home in the mountains near Basel, Switzerland. He was 102 years old and was fully lucid until he died”

La entrevista fue del todo insuficiente para completar un recorrido que abarcara el largo derrotero de su vida, ligado indisolublemente al descubrimiento que lo convirtió en una celebridad mundial. En una entrevista anterior con un canal de televisión frances, Hofmann había dicho que volvío a experimentar con el LSD a los 97 años para investigar sobre su utilidad en el tratamiento de la depresión.

La charla giró en torno a la experiencia mística y las "drogas sagradas", especificamente el LSD y la psilocibina. El asunto central del apogeo y la caída del LSD, de su expansión desde el swinging San Fransisco al mundo, de su estudio en miles de investigaciónes en ambitos académicos, militares y de inteligencia, para su prohibición posterior, es, en definitiva, la capacidad de la sustancia de inducir a una experiencia completa de lo divino.

El documental en el que incluiriamos sus palabras y su imágen quedó inconcluso por razones que hoy no tienen mayor importancia y la entrevista nunca fue publicada.

Transcribo a continuación una parte. 

Entrevistador: ¿Cualés son los recuerdos que vienen a su mente con mayor frecuencia sobre su relación con el LSD?

Hofmann: Por supuesto, el descubrimiento. Me sorprendió que se pareciera demasiado a estas experiencias que tuve cuando era niño y que ahora, una vez más, pudiera tenerlas como adulto. La experiencia de totalidad me sorprendió. Que había logrado producir en el laboratorio algo que podía evocar dentro de mí experiencias que viví de niño, que eso puede ser despertado de nuevo. Mi libro “My problema child” no comienza con una experiencia sobre el LSD, si no con una experiencia que tuve cuando era niño. Una experiencia mística maravillosa mientras caminaba solo en el bosque. 

E: ¿Por qué cree que le tocó a usted hacer este descubrimiento y de que modo cambió su vida?

H: Esta pregunta me la hago a menudo. ¿Por qué lo hice? Sobre todo me sorprende haberme convertido en químico. Todos mis profesores me decían siempre que lo último que hubieran esperado es que me convirtiera en químico. Pensaban que tenía talento artístico, que estudiaría literatura. Se sorprendieron mucho de que me convirtiera en químico, con todo mi talento artístico. Pero yo había visto que, en realidad, el mundo material no es otra cosa que la manifestación del mundo espiritual. Y eso estaba en mi subconsciente cuando elegí estudiar química. ¿Cuál es el mundo material? Es una expresión, es una manifestación del mundo espiritual. Sin mundo material, no habría mundo espiritual.

E- En su libro “Inner world outer world” usted dice que cada hombre es el creador de su propio mundo. ¿Cómo es el mundo que usted se creo?

H- Cada quién ve el mundo desde su perspectiva. Yo tengo una relación muy íntima y profunda con la naturaleza. Me siento parte de la naturaleza. Eso es la clave para mí. Cuanto mayor me hago, más siento que pertenezco a la naturaleza, al universo.

E- ¿Como entiende usted lo divino?

H- Yo descubro la existencia de Dios en su creación. Dios se dirige a su criatura a través de su creación. Esa creación es su lenguaje. Hay que ser profundamente concientes de esto. Somos humanos por que tenemos conciencia y a través de ella estamos conectados a Dios. El don divino es que tenemos una conciencia. A través de ella estamos conectados al mundo espiritual y ese mundo espiritual, la creación, es el lenguaje de Dios.

E: ¿Se convirtió el LSD en un problema en algún momento de su vida?

H: No en mi vida personal. Sin embargo mi jefe del laboratorio, Albert Stoll, me dijo que hubiera preferido que nunca descubriera el LSD. A la compañía no la hacía feliz. No podían ganar dinero, no era un producto de venta. Intentamos introducirlo como medicamento en psiquiatría pero no funcionó. Fue ahí cuando me dijeron que hubiera sido mejor si nunca lo hubiera inventado. La empresa nunca reconoció lo que yo hice para ellos. Todavía hay tres sustancias que la empresa comercializa, que las descubrí yo y nunca he obtenido ningún premio especial por eso.

E: ¿Que espera que ocurra en el futuro con el LSD y la psilocibina?

H: Espero que de alguna manera se encuentre un marco apropiado donde estas sustancias se pueden utilizar de manera razonable. Todavía no tenemos un espacio sagrado, pero me lo puedo imaginar. Sería una especie de sanatorio o algo así. Una combinación entre un hotel y un hospital. Una institución especial. Quizás una mezcla entre una iglesia y un hotel. Dónde se pueda probar el LSD oficialmente. Que uno vaya allí a esta “clínica” y pueda tener esta experiencia, bajo control.

Me imagino que esa podría ser la próxima fase de uso fuera de los estudios puramente médicos. Primero, el paso anterior sería tratar de incorporarlo en el uso clínico. Sobre todo, en primer lugar con pacientes con graves enfermedades, eso sería algo muy importante. Y después en la eutanasia, eso sería lo siguiente.

Luego se podría ampliar un poco más. Se podría utilizar en algunos lugares bien situados, una mezcla de spa e iglesia. Que surjan instituciones donde uno puede tener la experiencia en un bello entorno. Bajo alguna forma de control. Y tal vez que se pudiera encontrar nuevamente alguna manera en una especie de aplicación religiosa.

sábado, septiembre 11, 2010

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